domingo, 13 de diciembre de 2009

Waterloo, cae el telón para Bonaparte

La batalla de Waterloo, el 18 de junio de 1815 supuso el definitivo golpe al efímero Imperio de los Cien Días, que es como se conoce al corto período de gobierno de Napoleón I Bonaparte tras volver de su exilio en la Isla de Elba. Supone además el inicio de un nuevo orden mundial en el que el Reino Unido relevará a Francia como primera potencia mundial. Pero, ¿Qué acontecimientos llevarán a Waterloo? ¿Cuáles son las fuerzas que confluyen? En esta entrada esperamos responder a algunos de estos interrogantes.

El declive del Imperio napoleónico venía de antes. Exactamente cuando Napoleón invadió Rusia en 1812, con nefastas consecuencias. La retirada francesa de Rusia, unido a la hemorragia de hombres, caballos y dinero que suponía la Guerra en la Península Ibérica, galvanizó a Prusia, Austria y Suecia para declarar la guerra a Francia y junto con Rusia y Reino Unido crearon la Sexta Coalición que acabó batiendo a los Ejércitos napoleónicos en la Batalla de Leipzig.

Salvo algunos estados alemanes y Polonia, Francia peleaba sola contra la mayor parte de Europa. Austria, recelosa del auge del poder ruso en Europa, ofreció a Napoleón la posibilidad de seguir instalado en el trono de Francia pero siempre y cuando aceptase volver a las fronteras de 1792, algo a lo que el Corso se negó. Entonces, 550.000 soldados aliados penetraron en Francia y pese a que pelearon con valor, nada pudieron hacer los 100.000 soldados franceses con los que contaba Napoleón para que los aliados ocupasen París. Consciente de que todo había terminado, Napoleón abdicó y marchó al exilio en la Isla de Elba, mientras los Borbones eran restaurados en medio de la indiferencia general.

El nuevo Rey de Francia, Luis XVIII, era el obeso y enfermizo hermano del malogrado Luis XVI y fue acogido en París con una gran indiferencia. La mala gestión que hizo su gabinete de la situación posterior provocó que la Monarquía se volviese pronto impopular y algunos sectores más liberales y el Ejército empezaron a soñar con la vuelta de Bonaparte.

Esta impopularidad de la Monarquía de Luis XVIII no pasó inadvertida a Bonaparte, que preparó su regreso. Con siete pequeñas embarcaciones y un puñado de hombres, Napoleón marcha hacia Francia, donde burlará a los guardacostas y acabará desembarcando. Luis XVIII le declara enemigo de la paz mundial y envía al Ejército a detenerle. Los soldados, al ver de nuevo a su Emperador se unen a él. Napoleón llega a París el 20 de marzo de 1815 sin pegar un tiro. Un día antes, Luis XVIII había huido a la ciudad belga de Gante.

El regreso de Napoleón pilla por sorpresa a los aliados, que se encuentran reunidos en Viena para decidir el futuro de la nueva Europa. Curiosamente están al borde de la guerra por las pretensiones hegemónicas del Zar Alejandro I, que había provocado que británicos, austriacos y prusianos firmasen un tratado secreto para combatir el excesivo poder ruso en Europa. Enterados de la vuelta del Corso, los aliados acordaron en levantar un Ejército de 150.000 soldados para devolver a Luis XVIII, cifra que luego se multiplicará por cuatro. Nace así la Séptima Coalición, que declara la guerra expresamente a Napoleón Bonaparte y no a Francia.

Solo frente a Europa, Bonaparte intentará negociar la paz con británicos y austriacos que se niegan. Solo le queda el recurso de pelear, para lo que decreta una leva forzosa que le da un Ejército de 248.000 hombres, de los cuales tomará 125.000 para la campaña de Bélgica. Podía esperar a tener un Ejército mayor, pero eso también daría tiempo a los aliados a movilizar más hombres contra él. Era ahora o nunca. Y se lanzó a por Bélgica. Si iba a haber una invasión sería por ahí.

Por su parte los aliados se movieron con desigual presteza. Los británicos levantaban un Ejército de 110.000 soldados al mando de Arthur Wellesley y los prusianos, uno de 130.000 soldados al mando de Gebhard von Blücher. Los austriacos iniciaron una movilización lenta y los rusos acuartelaron sus tropas en Alemania por lo que pudiera pasar.

Napoleón inició la campaña de Bélgica el 15 de junio de 1815, consciente de que si quería hacerse con la victoria tenía que batir al Ejército británico y prusiano por separado, a lo que ayudaba que los cuarteles generales tanto de británicos como de prusianos estuviesen a unas 12 horas de distancia el uno del otro.

El día 16, Napoleón dividió su Ejército y envió una parte, mandada por Ney, a batir a los ingleses en Quatre-Bas y otra, mandada por él mismo, a batir a los prusianos en Ligny. Los franceses vencerán ambas batallas, pero Ney mostrará una pasividad tremenda a la hora de perseguir a los británicos, que se podrán retirar en orden y desplegarse en Waterloo. Por su parte, Bonaparte juzgaba que había infligido un castigo muy duro a sus enemigos prusianos y que estos ya no representaban una gran amenaza.

Esto hizo que durante gran parte del siguiente día Napoleón estuviese indeciso sobre que Ejército atacar a continuación. Envió a algunos regimientos de caballería a perseguir a Blücher y partió junto el grueso de su Ejército a batir a los británicos.

El día 18 estaba todo listo para la batalla que habría de cambiar el destino de Europa.
A un lado estaba Arthur Wellesley, al mando de 67.000 soldados británicos, alemanes, holandeses y belgas, de los cuales 12.000 son de caballería y 156 cañones. El plan del general británico es sencillo: con sus líneas de suministros ocultas, todo consistía en desgastar a los franceses y esperar la llegada de Blücher, que le había prometido refuerzos.
Del otro estaba Napoleón Bonaparte, al mando de 74.000 soldados franceses, de los cuales 16.000 son de caballería y 256 cañones. El Corso era consciente de que tenía que vencer a los británicos fácilmente para evitar que lleguen refuerzos aunque cree que los prusianos han sido batidos dos días antes y no pueden presentar combate alguno. Su Estado mayor le advierte acerca del peligro de Wellesley y de lo bien entrenadas que están las tropas británicas. Napoleón responde despreciando a Wellesley diciendo que es un mal general y que los británicos son unos malos soldados. Da orden de avanzar. Comienza la Batalla de Waterloo.
Napoleón fija gran parte de la suerte de la batalla en la granja de Hougoumont. Es consciente de que necesita ese enclave para hundir el flanco derecho inglés y hacer que Wellesley acuda en auxilio de esa posición, lo que facilitaría un ataque por el flanco izquierdo. Sin embargo, 6.000 soldados británicos rechazarán a los 14.000 soldados franceses que Napoleón mandó arrojar sobre esa posición.
No tardarán en informar al Emperador de que 30.000 soldados prusianos marchan hacia el lugar de la batalla. Napoleón confía en poder batir a los británicos antes de que lleguen los alemanes y manda llamar a su caballería, que está persiguiendo a los prusianos y se han alejado demasiado.
Napoleón ordena ahora a su infantería avanzar sobre el centro inglés, pero su infantería es masacrada por un contraataque de la infantería y la caballería británica.

La caballería británica será diezmada por los ataques de la caballería francesa, que más tarde sería lanzada contra los británicos creyendo que se retiraban. Craso error. Al lanzarlos sin apoyo de artillería, los jinetes galos se estrellaron contra la artillería británica, que los hizo pedazos.
Una ofensiva dirigida en persona por el Mariscal Ney posibilitó la caída de Hougoumont tras ocho horas de combate y ocho asaltos franceses. Justo en ese momento, los prusianos atacan el flanco derecho francés. Napoleón se ve obligado a enviar a la Guardia Imperial a frenar a los alemanes, intentando ganar unos segundos que le permitan acabar con los británicos. Pero estaba todo perdido. Al anochecer los británicos y los prusianos hacen que Napoleón se retire.

La derrota de Waterloo provocará enormes desafecciones en el bando napoleónico, mientras cerca de medio millón de soldados aliados penetran en territorio francés. Consciente de que ha vuelto a ser derrotado, intenta abdicar en su hijo, Napoleón II, pero ello no impide que los aliados capturen París y reinstauren a Luis XVIII en el trono de Francia. Napoleón se entregará a los británicos que le confinarán en la isla de Santa Elena, donde fallecerá.

Ríos de tinta se han escrito acerca de la derrota napoleónica en Waterloo. Muchos buscan explicaciones peregrinas pero lo cierto es que el principal y único responsable de lo ocurrido en Waterloo es el propio Napoleón y el hecho de haber despreciado a sus dos rivales, a los que consideraba peores generales que él. De lo que no se duda es que la llegada de los prusianos fue clave para la derrota francesa.

Los tres protagonistas de Waterloo corrieron suertes bastante dispares. Sir Arthur Wellesley fue ennoblecido con el título de Duque de Wellington y llegó a ser Primer Ministro de su país mientras que Blücher acabó sus días cuatro años después tras entregarse a un frenesí de mujeres, naipes y alcohol.
Napoleón, el gran vencido, acabó sus días en Santa Elena, consumido por el odio y escribiendo sus memorias. Se cree que murió envenenado por sus carceleros.

FUENTE: Waterloo en "Historia y Vida" nº474 pp 30-48

2 comentarios:

  1. Lo cierto es que la llegada de los alemanes fue fundamental y no demasiado promocionado. Sin querer infravalorar a Wellington y su ejército, el papel de prusianos y cía fue vital para acabar para siempre con el tan temido Emperador.

    Impecable entrada sobre una batalla que sí que puede calificarse del siglo.

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  2. Muchas gracias, se que demasiado extensa, mas es imposible reducir mas las fuerzas que convergieron ese dia a la llanura belga. Te conmino a seguirlo periodicamente

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