miércoles, 10 de febrero de 2010

María Estuardo, la desdichada Reina de Escocia

La vida de María Estuardo (1542-1587) ha sido argumento de innumerables pinturas, obras de teatro y óperas. Y no es para menos pues la vida de esta soberana escocesa parece haber sido escrita por la mente de algún atribulado bohemio parisino y no deberse a una complicada red de intrigas y traiciones que constituían la norma en la alta política del S.XVI. En la presente entrada pretendemos centrar el foco en una de las figuras más atrayentes de su tiempo.

María Estuardo nació en 1542. Era la hija de Jacobo V, Rey de Escocia y de la aristócrata francesa María de Guisa. Una semana más tarde Jacobo V acabaría falleciendo y la pequeña María, el único retoño que seguía con vida en el momento de la muerte de su padre, pasó a convertirse en Reina de Escocia.
Escocia era en esos momentos uno de los reinos más problemáticos de la Europa del XVI, con una nobleza muy poderosa gracias a las cuatro minorías de los últimos soberanos escoceses. Para colmo, la aristocracia escocesa se dividía entre francófilos (católicos, partidarios de la alianza con Francia para combatir al tradicional enemigo inglés) y anglófilos (protestantes, partidarios del entendimiento con Inglaterra). En el exterior, Escocia debía de hacer frente a las pretensiones del soberano inglés Enrique VIII para hacerse con el control de la totalidad de la isla.

En esas circunstancias, la pequeña reina escocesa se convirtió en un juguete en manos de la nobleza que pronto arregló su matrimonio con Eduardo, Príncipe de Gales. Los francófilos acabarán maniobrando para anular el matrimonio, lo que provocará que tropas inglesas penetren en Escocia buscando secuestrar a María y esposarla con el ya Rey Eduardo VI. Los ingleses fueron rechazados, pero pronto se convino que Escocia no era lugar seguro para la joven reina. Se firmó un compromiso con Francisco, Delfín de Francia y María fue enviada a París.

María creció en la Corte de Enrique II ajena a las intrigas que sacudían Escocia, donde desde la muerte de su padre gobernaba su Madre en calidad de regente.
A los 15 años Enrique II convocó a los embajadores escoceses a París para arreglar el matrimonio de la Reina con el joven Delfín. Se acordó que si la pareja moría sin descendencia, los derechos sucesorios pasarían al pariente escocés más próximo a la Reina. Mientras, un acuerdo secreto firmado entre María y Enrique II establecía que los derechos dinásticos pasarían a la Corona francesa.
En 1558, Francisco y María contraían matrimonio. Un año después, Francisco se convertía en Rey de Francia con el nombre de Francisco II y meses después, el joven soberano francés fallecía, dejando a María viuda.

Como todo soberano, María tenía que tener un heredero y al no tenerlo con el malogrado Francisco II, se aprestó a buscar un nuevo esposo. No le faltaron pretendientes: desde los reyes de Dinamarca y Suecia hasta el Duque de Ferrara. Sin embargo quien de verdad convenía a María era el hijo de Felipe II, Carlos de Austria. Franceses e ingleses (especialmente estos, pues los católicos ingleses simpatizaban mucho con la escocesa y poco con su actual soberana, Isabel I) presionaron a Felipe II para que no consintiese el matrimonio y Su Católica Majestad prefirió tener la fiesta en paz a granjearse tan poderosos enemigos.

María resolvió volver a Escocia que desde la muerte de María de Guisa estaba gobernada por el incendiario predicador calvinista John Knox, que había abolido la autoridad del Papa en Escocia y perseguido el catolicismo.
A su vuelta a Escocia, María recibió una dispensa para poder practicar el Catolicismo y ella, en un acto de sagacidad política, mantuvo el predominio protestante. El resultado fue una relativa paz que arruinó su matrimonio en 1565 con Henry, lord Darnley, altamente impopular entre la práctica totalidad de la nobleza escocesa, bien por su condición de católico, su altivez y su desmesurada ambición política.
Esa desmesurada ambición, unido al hecho de los celos que sentía por David Riccio, un italiano que la Estuardo había contratado como músico y secretario. El 9 de marzo de 1566, Darnley y un grupo de conjurados arrestan a María. La reina pacta con su esposo y juntos huyen a Dunbar, en la costa. Días mas tarde, María entraría en Edimburgo al frente de 8.000 soldados. No encontraría resistencia a su paso, pero su relación con Darnley estaba muerta y si algo le asustaba era el temor de que su hijo fuese declarado ilegítimo, algo que se "solucionaría" cuando la residencia de Darnley saltase por los aires en 1567.

De nuevo viuda, María casaría con uno de los más importantes magnates protestantes, James Hepburn, conde de Bothwell. Fue la gota que colmó el vaso y los nobles desencadenaron una revuelta. Para evitar más derramamientos de sangre, María se entregó a los sublevados que la obligaron a abdicar y proclamaron a su hijo Jacobo (de solo un año de edad) Rey de Escocia. Con la ayuda de algunos nobles fieles a ella, María escaparía de la cárcel y se pondría al frente de un Ejército que caería derrotado en la Batalla de Langside en 1568. María huyó en Inglaterra.

Con gran aceptación entre los católicos ingleses y un heredero (el joven Rey Jacobo VI) María era mucho más popular que su prima, Isabel I. La Reina Virgen se vio "obligada" a arrestarla y a capear las demandas de ejecución como podía, hasta que veinte años después acabase cediendo a la presión y siendo ejecutada en 1587.

Acababa así la vida de la mujer que tuvo que hizo frente con grandes dosis de coraje y valor a la tarea de gobernar uno de los tronos más complicados de la Europa del Quinientos, quizás le hubiese hecho falta más templanza a la hora de escoger matrimonio, aunque su temprana muerte (que la elevaría a la categoría de mártir del Catolicismo y le daría a su vida ese carácter novelesco que tanto sedujo a los artistas) se vería en cierto modo reparada por la proclamación de su hijo Jacobo como Rey de Inglaterra, entrando así los Estuardo a reinar en Londres.

FUENTE: María Estuardo, el trágico destino de la Reina de Escocia en "Historia y Vida nº449 pp 64-73



4 comentarios:

  1. Qué bien, ya tocaba una reina, precisamente, como acertadamente apuntas, una de las que más han seducido a las plumas y los pinceles de los artistas.

    Coincido en tu análisis del precipitado matrimonio, pero claro, hay que trasladarse a la mentalidad de la época. En cuanto a la Reina Virgen, como se la conocía, es una de las grandes figuras inglesas de todos los tiempos, a pesar de la impopularidad de algunos de sus periodo.

    Una excelente entrada que nos acerca a los Estuardo.

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  2. Gracias por el comentario, creo que es un buen personaje para introducirnos en la cuestión del poder ejercido por las mujeres.

    De acuerdo con que la Estuardo, como todos los monarcas de su tiempo estaba obligada a dar un heredero, pero había candidatos y candidatos. Un noble escocés iba a suponer el aplauso de media nobleza pero también la revuelta de la otra media. Creo que debería de haber desposado con algún soberano nórdico y lo mismo las cosas le hubiesen ido algo mejor.

    La Reina Virgen acabará pasando por este blog, no se cuando pero lo hará

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  3. Los perfiles biográficos están siendo cada vez más buenos, quizá son especialidad del autor. Una vida de aventuras y desventuras la de María, he disfrutado con la reseña la verdad.
    Un abrazo historiador

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  4. Me alegro, aunque la verdad solo he puesto por escrito la maravillosa vida de dos personajes que siguen fascinando siglos después de haber muerto.

    En los próximos días iremos atendiendo a las peticiones de los lectores, que sois los que haceís crecer este blog.

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